sábado, 28 de abril de 2012

Poema II

 Otro poema mío: Ganador del segundo premio del concurso literario del IES Tafira. Espero no destrozar mucho la literatura. 

¿Ahora qué? 

El frio mañanero me despierta 
colándose entre los dobleces de mi sabana,
como si esta fuera la fina capa de calma 
que me separa de la angustia de tu ausencia. 

Entonces, mi corazón, gime, 
como si se tratara de un doloroso susurro 
que pide tu presencia
y despierta de su silencioso letargo,
volviendo a palpitar tu nombre. 
Mi vida, cariño, te añoro. 
¿Y ahora qué? 

Ahora, los primeros rayos de sol entran por la ventana, 
y en este momento,
con la claridad del día,
dejándome aún más claro 
que no estás hoy a mi lado tapada 
casualmente por una posible sombra momentánea;
me levanto con desgana. 
Limpio mi escuálido cuerpo de las telarañas de la nostalgia. 
Deambulo por los pasillos que tú ya has pisado y, 
sin la resistencia adecuada, me inundo en tu memoria.
Mi cielo, amor, te quiero aquí.
¿Y ahora qué?

Con pinceladas de recuerdo,
pinto la charca de nuestros momentos. 
Aun flotando en ti, nado hasta mi descuidada cama, 
acomodando el presente día de hoy 
y recostándome en él. 

En mi imaginación la poesía de tus palabras 
se cuela en la brisa silbante, 
oyendo la melodía que es tu voz 
que me hace imposible parar de colorear nuestro recuerdo, 
haciéndolo una vivencia más. 

Sin parar de recordar, entre trazos de recuerdos coloreados, 
los sonetos de tus palabras y la música de tu voz; medito.
Desde siempre, el mundo sabe de mis sueños;
Ayer, mis sueños supieron de ti; 
Hoy, tú eres mi sueño; 

Desde siempre, mi sueño es mi mundo. 
El vuelo de algún ave de detrás de la ventana, 
me saca de mis fantasías y me levanto una vez más. 
¿Y ahora?
Ahora… ahora solo quiero que la espera
no se haga larga y poder merodear en tu cama, 
buscando tu ser.

Ahora, quiero pensar que no estará lejos 
el día en el que podré ver, 
entre la seguridad de tus brazos, 
como el sol se filtra entre los pliegues de tu cortina,
cotilleando curioso el vals sin ritmo 
que bailamos en tu cama convirtiéndose
por crescendo en un tango acelerado 
y terminando con un diminuendo de armoniosa simetría 
en donde la orquesta no deja lugar para el antaño, 
ni sentimientos de dolor,
angustia o el simple anhelo descorazonador. 
Solos tú, yo y nuestro arte.
¿Ya está? 
Sí, solo me queda esperar, 
mirando el reflejo en el espejo de un poeta muerto,
nadando en tu recuerdo hasta entonces.

sábado, 21 de abril de 2012

Típico Relato Post-Apocalíptico Zombie Pt-19


 Esto es provocado por noches de aburrimiento... Perdón por las molestias y espero no cansarles…

Capítulo 19º: ¿Qué pedirán, los caballeros?

 Sam corre entre los muertos-vivientes y esquiva sus zarpazos, mientras se dirige al fondo de la calle, donde están la tienda y la cafetería, donde no hay monstruos ahora mismo.
 Ahora Raúl y Félix estaban solos, prácticamente rodeados por todos esos seres y el gran ser que se diferenciaba con facilidad estaba aún lo suficientemente cerca como para temer por la vida de Raúl y Félix. Estos se defendían como podían, mientras intentaban huir del descompuesto monstruo enorme que no dejaba de perseguirlos. A pesar de se movían y no paraban de hacerlo, apenas avanzaban. Ya Sam había desaparecido y no sabían ni a dónde había ido.
 - Tienes que ayudarles. Sam se ha ido, es demasiado para ellos dos- Insiste Julia empujando a Brian a salir
 - Ellos me dijeron que os protegiera- Empieza Brian- Y vosotras no tenéis ni armas. Esperaremos a ver qué pasa. Desde que todos esos “bichos” se hayan ido nosotros iremos a la entrada del edificio
 - ¡Pero ellos están en peligro!- Se indigna Julia
 - Te sonará a película pero…- Suspira- Debemos confiar en ellos, una vez estemos dentro los esperaremos detrás de las puertas de cristales, como dijimos antes
 - ¿Y cómo se supone que entraremos?- Pregunta Amy pasando del peligro que pasan Félix y Raúl- Estos dos están dirigiendo a todos esos hacia la cafetería, ¿no? Si la cafetería está enfrente de la entrada al edificio, ¿Cómo vamos a entrar?
 - Obviamente, la cafetería en la que ellos van a esperar a que nosotros entremos está enfrente de la entrada al edificio y para cuando nosotros vayamos a entrar esos seres estarán ocupados intentando entrar y no tendremos problemas
 - ¿Pero es que nadie se preocupa por ellos?- Dice Julia aún mirando como Félix y Raúl esquivan apurados los mordiscos y zarpazos de los muertos caníbales
 Amy, con cara desanimada, y Brian se miran y suspiran a la vez.

 Félix ya se ha quedado sin balas y golpea con la tubería mientras se apoya en la espalda de Raúl que intenta mantener a raya a todos con su hacha, mientras intentan huir del no muerto enorme que pretende llegar hasta ellos apartando a esos, comparados con él, pequeños muertos vivientes.
 - Estamos jodidos- Dice Raúl mientras mira al monstruo grande- Encima esa montaña de putrefactos músculos se acerca a nosotros
 - Nunca pensé que Sam nos pudiera dejar así-
 - Preferiría no hablar de ello- Añade mientras golpea con fuerza la cabeza de uno de ellos dejando clavada su hacha, la cual arranca y detrás de esta sale un fuerte chorro de sangre negra
 - Cada vez nos acercamos a esa especie de tienda que, según Brian, vende de todo-
 - Entonces, después de esa curva, viene la cafetería que supuestamente debería estar abierta para nosotros entrar y esperar a que ellos entren al edificio de enfrente-

La calle estaba abarrotada de esos seres y ahora prácticamente llegaban a la tienda que mencionaba Félix, estaba justo en la curva que lleva a la carretera donde está la entrada al edificio. Y ya, si no fuera por las múltiples pútridas cabezas se podría ver la entrada de la tienda, aún así se veía el techo. Enfrente de la supuesta tienda y detrás esa gran pared gris que pertenece al edificio de la empresa de Brian estaba la cafetería.

 Poco a poco, Raúl y Félix se iban cansando, sus golpes no mataban a la primera, si no al segundo golpe, también se movían más lentos. Todo esto lo estaban viendo desde la salida del callejón; Amy, Julia y Brian, aguardando el momento que no hubiera “bichos” en la calle para ir directamente y sin peligro hasta la entrada.
 Félix empezaba a vacilar cada vez que golpeaba, Raúl se ponía nervioso porque cada vez estaba más cerca ese brutal muerto andante y fallaba los duros golpes que ponían muchos puntos flacos a merced de las fauces de los monstruos, pero saltando un poco para atrás los esquivaba.

Julia se preocupaba demasiado por Félix, esto ponía nervioso a Brian, que Brian se pusiera nervioso ponía a Amy nerviosa y el que Sam haya abandonado al grupo la volvía aún más irritable.
 - Julia, Raúl está ahí, Félix estará protegido- Insiste Brian
 - ¿No ves que ya no pueden más?- Le replica Julia
 - Ellos me dejaron a cargo- Argumenta Brian- Ellos pueden arreglárselas so…
 - Brian…- Le llama Amy que señala al grupo de monstruos que rodea a Félix y a Raúl
 - Oh, mierda…- Brian atónito mira a Julia y a Amy y vacila entre ir a ayudarlos o no

 Ya cansados y totalmente rodeados, Félix y Raúl están acabados.
 - Creo que deberíamos a ver ido por el camino largo- Empieza Raúl
 - Estábamos ansiosos por llegar ya, no solo tú- Dice mientras empuja a los opresores
 - Nunca pensé que Sam…- El tono de Raúl cambia
 - Ahora no es el momento de poner verde a Sam-
 El hacha de Raúl pesa mucho, cada vez da menos golpes y menos fuertes. Félix ya está agotado. La suerte no los ha abandonado del todo; el ser enorme aún no los ha alcanzado. Aún así casi están casi arrodillados en el suelo, sus armas tocan el piso y respiran apresuradamente. Les queda poco para ser devorados por múltiples “bichos” a la vez.
 De repente se oye canto infantil a lo lejos, Raúl y Félix apenas pueden prestar atención, pero Julia, Brian y Amy buscan curiosos distinguir el intento de sonido musical de los quejidos y gruñidos de los monstruos y ver de dónde viene. En la distancia ven a Sam corriendo a toda prisa con un carrito de la compra lleno de cosas mientras parece gritar “Yiiiiiiihaaa”, mientras agita un flamenco rosa con la mano derecha para llamar la atención de los seres a medida que avanza. Entonces, hace que el carro gire y dé de canto contra todos los seres que rodeaban la parte por la que estaba Félix, casi dándole a este y derribando a todos los que estaban delante. Félix salta y se coloca al lado de Sam mientras le da una palmada en la espalda
 - ¡Sabía que no te habías ido para no volver!- Grita Raúl
 - Deja esa hacha en el carrito y toma tu regalo- Le dice mientras le ofrece el flamenco, mientras con Félix gira el carrito
 Raúl deja con desprecio el hacha en el carrito y coge el flamenco, cuando nota su ligereza, empieza a dar con el duro pico de posible madera del flamenco rosa en la sien de los “bichos” mientras lo sujeta por sus finas pero resistentes patas rosadas.
 Desde que pudieron salir de ahí sin problemas se subieron todos al carrito que conducía Sam y desaparecieron tras la pared gris del edificio con todos esos seres persiguiéndolos y dejando un rastro de cadáveres detrás. Los grandes montones eran la prueba de que en todo este tiempo apenas habían avanzado y habían estado matando uno tras otro a todos esos seres en un área limitada dejándolos amontonados.
 Pasan delante de la tienda de la que acaba de salir Sam con el carrito, estaba todo tirado por el suelo e incluso algunas estanterías tiradas, algunos cadáveres en el suelo y sangre por todos lados.
 - No vean qué sorpresa cuando entro y veo a esos ahí de pie mirándome…- Le dice Sam a sus compañeros mientras dirige el carrito- Una de vueltas a lo tonto que di buscando algo para pararlos, al final les di con la caja registradora
 Brian sale con las chicas y siguen los rugidos lejanos. Una vez llegan se asoman al borde de la pared, ven a los chicos subidos al carrito y a la horda de muertos siguiéndoles.
 - Bien- Empieza Brian- Desde que esos seres estén mirando totalmente para la cafetería será nuestro momento
 Las chicas se miran y asienten.

 A todo esto, los chicos ya están llegando a la cafetería y mientras están a toda velocidad en el carrito dialogan.
 - ¿Alguno sabe cómo lo vamos a hacer?- Pregunta Félix- Ya saben, lo de “una vez estén ellos dentro del edificio esperando detrás de la puerta y nosotros ir para allá”
 - ¿Te refieres a cómo vamos a ir?- Intenta verificar Raúl- ¿Con los pesaos estos siguiéndonos, dices?
 - Sí- Asiente- Nosotros los atraemos y los vamos rehuyendo hasta que ellos entren, y una vez suceda eso: ¿Cómo vamos nosotros hasta ellos?
 - Pues…- Empieza Raúl intentando responder
 - Eso se improvisa- Dice Sam mirando para atrás- Creo que ahora nuestro objetivo es no ser devorados y esperar que la cafetería esté abierta

 Llegan a la cafetería, exactamente está abierta. Por suerte no ha sido tomada por otras personas como base, como había sucedido antes con los otros edificios a los que habían entrado, como el supermercado. La cafetería era de las típicas con una parcela por fuera; protegiendo las sillas y mesas de dicha cafetería. La terraza se separaba con la parte de dentro con una gran puerta doble de cristal rodeados de pared negra que seguía alrededor de todo el edificio, exceptuando las ventanas. Grandes macetas con enormes plantas, que parecían estar en plena primavera, adornaban justo delante de la sobresaliente pared de los bordes de la entrada. El edificio parecía tener dos plantas aunque sólo se usara la de abajo como cafetería.

 - Cómo se nota que ya no estamos en nuestro barrio, macho- Le comenta Sam a Raúl
 - Sí, una cafetería como esta sólo podría estar en medio de empresas-
 - Burgueses…- Dice Félix
 Todos se miran y sonríen.

Ya han llegado a la cafetería cuando se dan cuenta de que en realidad  apenas han ganado terreno a los seres.
 - ¿Creen que esta puerta también será de cristal blindado como el de la empresa de Brian?- Pregunta Raúl
 Sam va a contestar.
 - No, obviamente- Se adelanta Félix
 - Ah… ¿no?- Pregunta Sam
 No hubo respuesta.
 Sam entra el carrito y cierran la puerta de cristal que da paso a la parte de adentro poniendo las sillas, taburetes y mesas detrás. Una vez respiraron hondo, miran cómo esos seres aruñaban la puerta de cristal intentando entrar. Incluso la golpean con la cabeza dejando una marca de pus y sangre reseca en el cristal. Y el trío se mira.

 Félix recorre toda la planta baja. Parece que no hay ninguna puerta trasera. Raúl se mira los pies, mientras juega a tocárselos con el flamenco. Sam revisa las cosas que ha cogido de la tienda. Cada vez se oyen más golpes en la puerta y esto llama la atención de los chicos que ven cómo al fondo de todo, en el edificio de enfrente; el edificio de la empresa de Brian. Tres personas entran por la puerta de cristal opaco, esas personas miran para la cafetería que desde ese punto de vista tiene que ser un espectáculo alucinantemente carnívoro y putrefacto. Sin más, acaban entrando con la cabeza baja.
 - Ya han entrado- Avisa Raúl- ¿Ahora qué?
 - Parece que no hay más salidas- Comenta Félix
 - ¿Y el piso de arriba?- Pregunta Sam
 - No he ido a mirar- Dice mientras se da la vuelta y se dirige a abrir la puerta que da a las escaleras
 Pero un fuerte ruido proveniente de la puerta de cristal que habían reforzado y este atrae la atención de todos, incluso de Félix, que estaba abriendo la puerta.
 El enorme ser, el mismo “bicho” que cuando eran perseguidos por todos esos muertos-vivientes temían que se les acercara, había apartado a todos los monstruos de estatura normal y había empezado a dar, con una terrible fuerza, golpes a la puerta. Y antes de que quisieran darse cuenta el cristal había empezado a quebrarse.
 Todos se alarman y empiezan a prepararse.
 - Ahora no vayas a ir a mirar qué hay arriba, Félix- Dice Raúl mientras, como de costumbre, aprieta entre sus manos el flamenco rosa
 Félix asiente, su pistola no tiene balas, pero tiene la tubería. Mientras, Sam buscas útiles entre las cosas que había metido en el carrito. Raúl esperaba con una pose de lo más masculina en el centro, justo delante de la puerta a unos cuatro metros de distancia. A su derecha estaba Sam cogiendo y guardándose cosas. Y a su izquierda Félix con la tubería.

 La puerta está a punto de hacerse añicos y los chicos están sudando frio.  La puerta por fin se rompe de un último golpe que da con la cabeza, ese enorme ser. Y, tanto ese como otros cinco entran y avanzan. Hasta que Sam escurriéndose por la derecha y clavándole, al ser que más cerca estaba, un destornillador en la frente. Llega hasta la puerta y consigue impedir que entren más de sopetón poniendo una mesa acostada donde antes estaba la puerta y golpeando con un martillo de la misma marca que el destornillador a los que pasaban por encima de la mesa. Félix, por la izquierda, también acaba con uno de ellos destrozándole la cabeza con la punta de la tubería y alcanza a Sam cogiendo otra mesa y colocándola de manera de que les fuera aún más difícil entrar. Aún así, Sam siguió poniendo más cosas, como más mesas, sillas e incluso puso por un lado el carrito lleno de cosas. Félix y Sam se quedaron agarrando toda la montaña de cosas que habían conseguido montar para frenar a todos los monstruos que intentaban, como los otros seis, entrar.
 Mientras, Raúl, rehuía del enorme ser y golpeaba con su flamenco rosa a los “bichos” de una estatura más bien normal, que entraron con el grande. Los que se acercaban lo suficiente por la derecha o la izquierda del monstruo grande recibían un solo golpe que, como siempre, les destrozaba la cabeza llenando el suelo de la cafetería de sus sesos en descomposición.

 Raúl con su estrategia de huir y reducir el número de muertos-vivientes había acabado con facilidad con todos, excepto con el grande, que le seguía dando miedo, y de vez en cuando le daba algún que otro golpe con el flamenco. Hasta que, este, se rompe contra el descompuesto cuerpo escultural del ser.
 - ¡Mi flamenco rosa!- Se oye resollar a Raúl corriendo por donde podía, ahora con más razón
 Llamando así la máxima atención de Sam y Félix que hasta ahora habían estado más pendientes de que no entraran más “bichos” que del peligro inminente que corría su amigo.
 Raúl ahora estaba acorralado por el monstruoso ser y no tenía nada con lo que defenderse. Félix y Sam se miraron y luego miraron a Raúl contra la pared a punto de ser devorado. Sam corre al carrito en busca de algo que le sirva para acabar con el gran “bicho”.
 - ¡Corre, tío!- Grita desesperado, Raúl
 - Ya va, ya va- Dice mientras rebusca en las bolsas que había metido en el carrito- ¡Ajá!
  Sam le tira algo a Raúl. Y este viendo en el objeto, aún sin identificar, su salvación, corre a por él. Salta y lo coge al vuelo. Cuando se da cuenta tiene entre manos un oso de peluche del tamaño de una cabeza.
 - Sam…- Dice intentando no perder la compostura- ¿ENSERIO?
 - Mierda, me he equivocado- Dice intentando buscar algo que le sirva mejor
 - Já… ¿No me digas?- Dice nervioso mientras ve como vuelve a por él el coloso putrefacto
 Ante la amplia mordida del “bicho” coloca el osito de peluche y este lo muerde ocupando toda su boca con él, quedándose este enganchado entre sus sucios dientes y manteniéndose dentro de su boca. Pero ambos caen al suelo del placaje. Una vez en el suelo, estando Raúl debajo de ese ser, intenta esquivar los cabezazos que este le intenta dar, puesto que no puede morder ya que tiene el oso en la boca.
 - Dios, Sam, date prisa- Le pide Félix, resistiendo él solo los empujones de la horda que aguarda tras el montón de mesas y sillas
 - ¡Aaah! No aguanto las prisas, macho- Sam salta y corre hacia el gran muerto que intentaba noquear a su amigo
 Colocándose tras la espalda del monstruo acostado sobre Raúl y cogiendo las extremidades del peluche y jalando hacia él de manera de que el “bicho” se levantara sobre sus rodillas. Al jalar se oye salir del peluche un “Te quiero” con una vos que un niño temería. Raúl se escapa de entre sus piernas y se pone de pie. El peluche empieza a ceder ante la fuerza del monstruo y empiezan a separarse sus extremidades de su cuerpo, estando este último metido aún en las fauces del ser.  La rotura deja entre ver unos cables dentro  del peluche, que van desde las extremidades hasta el cuerpecito del peluche. Y aún se siguen oyendo “Te quiero”.
 - ¿Quieres hacer algo ya, macho? Este pobre no aguantará más- Dice mirando el progresivo descoser de las extremidades
  El ser intenta llegar con sus manos hasta Raúl. Mientras lo mira con una mirada agresiva, Raúl mira a sus lados y encoge sus hombros. Vuelve a mirar a sus lados. Mira al ser y le da un fuerte rodillazo en la mandíbula oyéndose un último y deformado “Te quiero”.
 El monstruo deja de moverse y Sam suelta las extremidades del peluche, dejando caer al suelo el cuerpo inerte del “bicho”.
 - Joder, estoy más fuerte de lo que creía- Se alaga Raúl
 - ¿Te crees que…?- Señalando primero a Raúl y luego al ser repetitivamente- ¿Qué lo has matado con tu fuerza, aunque hayas visto que dándole antes con un pico de flamenco de una madera durísima no moría?
 - Sí, ¿no?- Afirma Raúl
 - Mira-
 Sam abre la boca del “bicho” con la pierna y jala de los cables que se dejan ver entre los jirones de hilo y lana. Con un fuerte jalón se oye como un desenganche de un implante de metal del tejido humano y saca de la boca del monstruo, entre harapos de lo que antes era el peluche llenos de sangre, un aparato con esquinas metálicas que era lo que transmitía los “Te quiero”.
 - Esto fue lo que lo mato, clavándosele- Tirándolo con asco al suelo
 - Chicos…- Se le oye por fin a Félix- Creo que…
 Entre los espacios que había entre mesas y sillas había muchas manos y al final, sin más remedio, calló toda la torre que evitaba que entraran todos esos seres.
 - Já… Mira tú que bien- Dice sarcástico Sam, mientras le tendía la mano a Félix para que saliera de aquel revuelto
 - Corred, coño- Manda Raúl abriendo la puerta al segundo piso

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